Andina

Día del Arqueólogo: conoce a ilustres peruanos investigadores de culturas prehispánicas

Julio C. Tello, Federico Kauffmann, Toribio Mejía, Luis Lumbreras, Walter Alva, Ruth Shady, entre otros

El próximo 11 de abril se conmemorará el Día del Arqueólogo, en honor a Julio César Tello, considerado el “Padre de la arqueología peruana”, y en reconocimiento a todos los arqueólogos que contribuyen al estudio, comprensión, recuperación y revaloración de nuestro patrimonio cultural, rescatando los valores de las antiguas sociedades andinas. ANDINA/archivo

El próximo 11 de abril se conmemorará el Día del Arqueólogo, en honor a Julio César Tello, considerado el “Padre de la arqueología peruana”, y en reconocimiento a todos los arqueólogos que contribuyen al estudio, comprensión, recuperación y revaloración de nuestro patrimonio cultural, rescatando los valores de las antiguas sociedades andinas. ANDINA/archivo

03:00 | Lima, abr. 11.

Hoy se conmemora el Día del Arqueólogo, en honor a Julio César Tello, considerado el “Padre de la arqueología peruana”, y en reconocimiento a todos los arqueólogos que contribuyen al estudio, comprensión, recuperación y revaloración de nuestro patrimonio cultural, rescatando los valores de las antiguas sociedades andinas.

La arqueología como disciplina científica se aproxima a la cultura material de las sociedades del pasado a través de distintos métodos y técnicas de otras ciencias auxiliares, como la geología, antropología, ciencias biológicas (botánica, zoología, genética molecular, entre otras), ciencias físicas, químicas, entre otras. Esto debido a que el conocimiento científico que brinda la arqueología contemporánea requiere de una aproximación multidisciplinaria e interdisciplinaria a la realidad social del pasado.


A continuación, repasemos a algunos de los más ilustres arqueólogos peruanos que marcaron un hito en la investigación y el conocimiento de las civilizaciones y culturas ancestrales de nuestro país.

Julio César Tello


Considerado el “Padre de la arqueología peruana” y descubridor de las culturas Chavín y Paracas, Julio César Tello Rojas nació en la provincia limeña de Huarochirí en 1880. Hijo de una modesta familia, destacó desde niño por ser muy inteligente. 

En 1900 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde fue condiscípulo de un hijo del ilustre tradicionista Ricardo Palma, por lo que frecuentó su casa, ganándose el afecto del escritor, quien, en su condición de director de la Biblioteca Nacional del Perú, le consiguió un puesto como conservador.


Fue allí donde le nació a Tello la inquietud por la ciencia y la investigación, especialmente la arqueología y la antropología. Su acercamiento al mundo prehispánico se produjo a partir de la lectura de un estudio de las lenguas indígenas de Sebastián Barranca.

En 1906 ofreció su primera conferencia en torno a unos cráneos prehistóricos desenterrados en tumbas prehispánicas de la provincia de Yauyos.  Gracias a una beca concedida por el primer gobierno de Augusto B. Leguía viajó a los Estados Unidos para realizar estudios de postgrado en la Universidad de Harvard, donde permaneció tres años. 


Tuvo por maestros a celebridades del mundo científico, como Alex Hrdlicka y Franz Boas. Obtuvo su maestría en Artes (1909) y en Antropología (1911), siendo el primer peruano en alcanzar tal grado académico en la prestigiosa universidad estadounidense. 

A mérito de sus estudios, obtuvo una nueva beca que le permitió concurrir en Londres, capital del Reino Unido, al XVIII Congreso Internacional de Americanistas (1911) y seguir estudios de especialización en el Seminario de Antropología de la Universidad de Berlín (1912). 

A su retorno al Perú, en 1913, comenzó su labor arqueológica acompañando a su maestro Alex Hrdlicka en sus investigaciones por los valles de la costa central. Luego recorrió muchas regiones del país con el fin de realizar trabajos de campo, haciendo valiosas investigaciones en torno a las culturas precolombinas. 


A Julio César Tello debemos la identificación de la antigüedad y difusión de la Cultura Chavín (1919) y el descubrimiento de la necrópolis de Paracas (1925). Asimismo, las excavaciones en el extenso valle del Santa (1926 y 1934) y en el alto valle del Marañón (1934 y 1937).


También exploró en Huánuco Viejo y Kotosh (1935), en el valle del Urubamba (1942) y en sitios diversos de los departamentos de Lima, Arequipa, Cuzco y Puno, que le permitieron formular su propia apreciación sobre el proceso civilizatorio del Perú antiguo.

Los grandes descubrimientos arqueológicos de Julio César Tello cambiaron la imagen del Perú en el siglo XX. Gracias a sus hallazgos y estudios de sitios históricos prehispánicos se inició un proceso por conocer el pasado diverso del Perú y su valiosa cultura.


Julio César Tello fue catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y allí fundó el Museo de Arqueología y Etnología, el 21 de octubre de 1919. Cinco años después, en 1924, formó el Museo de Arqueología Peruana. Entre 1931 y 1938 dirigió el Instituto de Investigaciones Antropológicas dependiente de dicho museo, instituto que por iniciativa suya se convirtió en el Museo Nacional de Antropología.

La fructífera existencia de Julio César Tello culminó el 3 de junio de 1947, cuando falleció víctima del cáncer a la edad de 67 años. Respetando su voluntad, fue sepultado en los jardines del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, ubicado en el distrito de Pueblo Libre.

Toribio Mejía Xesspe


Discípulo de Julio César Tello, este ilustre arqueólogo peruano nació el 16 de abril de 1896 en el distrito de Toro, provincia de La Unión, departamento de Arequipa. Tras culminar sus estudios escolares en su tierra natal, se trasladó a Lima en 1920, donde se vinculó a destacados médicos como Honorio Delgado y Hermilio Valdizán.


En 1924 ingresó como alumno libre del doctor Julio César Tello en el “Seminario de Antropología” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Bajo la orientación de Tello pasó al servicio del Museo de Arqueología Peruana como preparador (1924-1929) y conservador (1929-1931). 

Ejerció luego como auxiliar del Instituto de Investigaciones Antropológicas, una rama de dicho museo (1931-1945). Convertido este centro en Museo Nacional de Antropología y Arqueología, Mejía asumió la jefatura del Departamento de Exploraciones Arqueológicas (1945-1947). En 1947 fue nombrado subdirector del Museo, cargo que ocupó hasta su jubilación en 1966, cuando fue nombrado director emérito. Simultáneamente fue Inspector General de Monumentos Arqueológicos (1947-1948) y catedrático de Arqueología Incaica en la Universidad de San Marcos (1946-1953).


En el ámbito arqueológico, Mejía Xesspe participó, bajo la dirección de Julio César Tello, en el descubrimiento, en 1927, de las enigmáticas Líneas de Nasca. La investigación sobre este importante hallazgo fue presentada en el XXVII Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Lima, en 1939, con el título «Acueductos y caminos antiguos de la hoya del Río Grande de Nasca». 


También, en 1927, Mejía Xesspe descubrió las tumbas con los fardos Paracas Necrópolis. En Cumbemayo (Cajamarca) descubrió un acueducto megalítico. En Chavín organizó el primer museo de sitio del Perú.

En 1937 ayudó a su maestro Julio César Tello a descubrir el Templo del Cerro Sechín. En 1941 excavó en Chavín de Huántar. En 1942 excavó diversos sitios ubicados en los valles del Mantaro, Apurímac y Urubamba. Por esa misma época realizó excavaciones en Pachacámac, y en 1945 tomó parte en las excavaciones de Ancón, actividad que continuó hasta después de la muerte de Tello, en 1947. 

En 1947, la Universidad de San Marcos le encargó compilar, ordenar y, en algunos casos, complementar las anotaciones y libretas de campo del recientemente fallecido Tello, hasta concluir algunas de las obras que éste dejó en proceso de preparación. Entre 1957 y 1960 realizó exploraciones y excavaciones en los valles de Ica y Piura. 

Luego de una vasta trayectoria profesional, Toribio Mejía Xesspe falleció en Lima, el 2 de noviembre de 1983, a la edad de 87 años.

Federico Kauffmann Doig


Nació en Chiclayo, capital de la región Lambayeque, el 20 de setiembre de 1928. Su infancia transcurrió en pueblos de Cajamarca y Amazonas, particularmente en Cocochillo, sobre la margen derecha del río Marañón. Estudió la primaria en su tierra natal y la secundaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, de la ciudad de Lima.


En 1949 ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se graduó de bachiller en Humanidades (1954) con la tesis sobre “Los estudios de Chavín 1553-1919”, galardonada como la mejor del país. Luego obtuvo el grado de doctor en Arqueología (1955) con su estudio sobre “La Influencia inca en la arquitectura virreinal. El fenómeno huamanguino”; y el de doctor en Historia (1962), con su tesis sobre “La Historia de la Arqueología peruana”. Además, ostenta doctorados Honoris Causa conferidos por universidades del Perú y del extranjero.

Entre 1980 y 1982 fue director del Proyecto Chavín, encargado de realizar un programa de investigaciones arqueológicas en el sitio de Chavín de Huántar. También realizó investigaciones en Arequipa que dieron a conocer las placas de Chucu, en la provincia de Condesuyos); en Ica (Templo Pintado de El Ingenio, en al provincia de Nasca); y en Lima (sitio de Ancón).


También realizó varias expediciones arqueológicas a la región amazónica, llamadas “Expediciones Antisuyo”, tanto en la cuenca del río Ucayali como en la del río Madre de Dios. 

Con particular atención se ha enfocado en el estudio de la cultura chachapoyas, dando a conocer importantes testimonios dejados por esta civilización, como los mausoleos de Revash (provincia de Luya) y Los Pinchudos (Pajatén), las momias de Leymebamba o de la Laguna de los Cóndores (hoy Laguna de las Momias), los sarcófagos de Karajía, las pinturas murales de San Antonio, entre otros.

Luis Guillermo Lumbreras


Nacido en Ayacucho, el 29 de julio de 1936, Luis Guillermo Lumbreras Salcedo es reconocido por impregnar una nueva perspectiva a la arqueología con valiosos aportes, no solo en el aspecto descriptivo y analítico, sino también en el plano teórico de la definición de la arqueología peruana. 

Lumbreras es el impulsor de la llamada “arqueología social”, que no se limita a la recopilación de datos, sino que participa del desarrollo y la integración de la sociedad. Planteó la teoría hologenista sobre el origen de la cultura en el Perú, que sostiene que en ella actuaron tanto elementos propios o autóctonos, como también foráneos.

A temprana edad se trasladó a Lima, para cursar su educación primaria en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta (1944-1949) y la secundaria en el Colegio Antonio Raimondi (1950-1954). Luego ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos, donde se graduó de bachiller y doctor en Etnología y Arqueología (1959).


En 1958 inició su carrera docente en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. En 1963 retornó a su ciudad natal como catedrático de la recién reabierta Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, donde fundó la primera Facultad de Ciencias Sociales en el país, cuyo decanato ejerció en 1965.

En 1966 pasó a ejercer la docencia en la Universidad de San Marcos, donde permaneció hasta 1988. Junto con Pablo Macera y Aníbal Quijano, impulsó la creación de su Facultad de Ciencias Sociales. Ejerció también la dirección del Museo de Arqueología y Etnología de dicha casa de estudios (1968-1972). También enseñó en la Universidad Nacional Agraria La Molina (1966-1967). Es profesor emérito de las universidades de San Marcos y San Cristóbal de Huamanga.

Lumbreras ha sido director del Museo de Antropología y Arqueología (1973-1978) y director del Museo de la Nación (1990). En 1982 fundó el Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (Indea), una institución académica cuyo propósito es reunir a los arqueólogos del área andina.

En el ámbito de la investigación de campo, Lumbreras ha realizado intensos trabajos de investigación en los Andes centrales (Huari), septentrionales (Chavín) y meridionales relacionados con el aprovechamiento económico de los pisos ecológicos.

En agosto de 2002 fue nombrado director del Instituto Nacional de Cultura (INC) y en 2005 fue elegido miembro del Comité de Patrimonio de la Humanidad, organismo de la Unesco que se encarga de declarar, proteger y preservar el patrimonio natural y cultural de importancia mundial.

Walter Alva


Célebre por descubrir las Tumbas Reales de Sipán, Walter Alva nació en la provincia cajamarquina de Contumazá, el 28 de junio de 1951. Cursó sus estudios escolares en el Colegio Nacional San Juan, en la ciudad de Trujillo. Luego ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo, donde se licenció como arqueólogo.


En 1977 asumió el cargo de director del Museo Brüning de Lambayeque. Realizó excavaciones arqueológicas en las Salinas de Chao (1977), en el valle de Zaña (1977-1978), en el Morro Eten (1979) y en Purulén (1983). Sin embargo, sería el descubrimiento de las Tumbas Reales de Sipán, en 1987, considerado el hallazgo arqueológico más trascendente desde la develación de la tumba del faraón egipcio Tutankamón, en 1922, lo que le daría fama universal.


En febrero de 1987, Walter Alva fue alertado por la policía del saqueo de una tumba de la civilización moche en la localidad de Sipán, cercana a la ciudad de Chiclayo. Dicho sitio arqueológico era conocido tradicionalmente como Huaca Rajada.


Alva y su equipo integrado, entre otros, por los arqueólogos Luis Chero Zurita y Susana Meneses, emprendieron en Huaca Rajada labores arqueológicas de rescate y notaron que, lo que quedaba de la tumba saqueada, evidenciaba una riqueza inusual en los entierros moche hasta entonces conocidos. 

Lo que empezó como una campaña de arqueología de rescate se convirtió en un proyecto arqueológico permanente, al quedar claro que el sitio podría contener otras tumbas de estatus similar. En efecto, en ese y los años siguientes, se encontraron las tumbas intactas de dos reyes moche conocidos popularmente como "El Señor de Sipán" y "El viejo Señor de Sipán", enterrados con sendos acompañantes.


A lo largo de más de 20 años de trabajo se han excavado arqueológicamente 16 tumbas de la nobleza moche. Entre los últimos hallazgos está la Tumba número 14, que pertenece a un sacerdote-guerrero, ataviado como el cuarto personaje de la escena de la presentación pintada en cerámica donde figuran las principales deidades moches. La Tumba número 15 (2008) y la Tumba número 16 (2009-2010) corresponden a nobles que vivieron en la etapa más temprana de Sipán.

Estos hallazgos -consideradas las tumbas más fastuosas halladas en el continente americano en tiempos modernos, por la calidad de las joyas y ornamentos que conforman el ajuar funerario- arrojaron nuevas luces sobre la organización de la sociedad moche y el rol de sus dirigentes, y captaron el interés del público internacional.


Alva ha sido, a su vez, un tenaz enemigo del tráfico de arte precolombino y promotor de la construcción de un museo para los hallazgos de Sipán, cruzada que culminó en 2002 con la inauguración del moderno “Museo Tumbas Reales de Sipán”, del que es actualmente su director.

Ruth Shady Solís


Reconocida por su labor de revalorización y datación de sitio arqueológico de la Ciudad Sagrada de Caral, la más antigua de América, Ruth Shady Solís nació en la provincia constitucional del Callao, el 29 de diciembre de 1946 y es una de las más ilustres arqueólogas e investigadoras peruanas.


Tras culminar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Juana Alarco de Dammert, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1964, licenciándose en la carrera de Educación. Posteriormente realizó estudios de doctorado en los programas de Antropología y Arqueología. 


Realizó pasantías de especialización en los Estados Unidos y en Francia. De 1975 a 1984 se desempeñó como jefa de investigaciones en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, institución de la que fue directora en 1984.


A lo largo de su trayectoria profesional ha dirigido distintos proyectos de investigación arqueológica en la costa, sierra y selva del Perú, dando énfasis al estudio del desarrollo de las organizaciones sociopolíticas complejas. Ha efectuado investigaciones en Végueta (Huaura), Maranga (Lima); Pacopampa y Chota (Cajamarca), así como en Bagua (Amazonas).


Se desempeñó como decana del Colegio Profesional de Arqueólogos del Perú en el período 2006-2007. Fue coordinadora de la Maestría en Arqueología Andina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre 1999 y 2007, y también en 2010. Asimismo, fue presidenta del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) Perú entre 2006 y 2012.


En 1994 fundó el Proyecto Arqueológico Caral, que inició en 1994 la investigación en Caral-Supe (conocido en esa época como Chupacigarro). En la actualidad dirige la Zona Arqueológica Caral, unidad ejecutora del Ministerio de Cultura, con la finalidad de investigar, conservar y poner en valor este importante sitio, que tiene evidencias de la formación de la civilización más antigua de América (3,000-1,800 a.C.). El trabajo que viene realizando se caracteriza por la aproximación multidisciplinaria y la vinculación del patrimonio arqueológico con las poblaciones actuales del entorno, así como la producción científica y la ejecución de proyectos con responsabilidad social.


En 2019 recibió el Premio Nacional por las Mujeres en la Ciencia del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec); y en 2020 fue elegida por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo y este año 2021 recibió la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos que otorga el Estado peruano.

Régulo Franco Jordán


Director del complejo arqueológico El Brujo y descubridor de la Señora de Cao, Régulo Franco Jordán es arqueólogo formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 


Durante su trayectoria profesional ha recibido diferentes reconocimientos nacionales e internacionales por el descubrimiento de La Señora de Cao (2006), por su aporte a la Ruta Moche (2011), y sus valiosas publicaciones de libros y artículos sobre la cultura del norte peruano. 


Su más reciente libro se titula “El arte moche en el antiguo Perú. Simbolismo y poder”, donde entre otros aspectos destaca que las élites que gobernaron en el norte peruano se tatuaban y  las mujeres podían alcanzar gran poder como lo evidencia la Señor de Cao.


Entre otras labores destacadas, Régulo Franco ha tenido a su cargo las investigaciones arqueológicas del Templo Viejo de Pachacamac entre los años 1986 y 1990, y desde ese último año formó parte del equipo técnico del Complejo Arqueológico el Brujo, con el cargo de director. Entre los reconocimientos recibidos destaca el Diploma de Honor otorgado por el Congreso de la República, en 2015.


Régulo Franco ha sido becado en el curso de “Conservación de textiles” (Unesco-Museo Nacional de  Arqueología, Antropología e Historia Peruana), además ha seguido estudios de especialización en Dumbarton Oaks, EEUU; y siguió un Diplomado Internacional de “Gestión y Desarrollo del Turismo Sostenible”, organizado por Johannes Kepler University, Cadetur y PromPerú. Actualmente cursa una maestría en Gestión del Patrimonio Cultural en la Universidad Nacional de Trujillo.

(FIN) LZD/MAO

También en Andina:



Publicado: 11/4/2021