Andina

Vacuna para la felicidad: tres historias de vida

ANDINA/Renato Pajuelo

ANDINA/Renato Pajuelo

08:01 | Lima, may. 18.

Por José Vadillo

Tres jóvenes con Síndrome de Down recibieron la semana pasada la primera dosis de la vacuna contra el covid-19. Se trata de una población vulnerable ante el nuevo coronavirus. Ellos cuentan sobre sus principales motivaciones

Lizet


Primero fue el deporte. Lizet Argote tenía 10 años cuando se inició en el atletismo. Como tenía los pies planos, la niña pasó a otro deporte, la natación. Le calzó como anillo al dedo. Con el deporte acuático, Lizet se inició en el mundo de las competencias de interclubes y se convirtió en una ganadora de medallas.

En el 2011 integró la delegación peruana que viajó a los juegos para jóvenes de habilidades especiales, en Atenas, Grecia. Allá logró la medalla de plata y bronce en mariposa, su estilo favorito.

Hace tres años, la joven con Síndrome de Down empezó con las clases de marinera norteña. En el verano del 2019, con su pareja de baile, logró el sexto lugar de la categoría de la Unidad del certamen nacional de marinera en Trujillo. Al año siguiente volvieron a la capital de la primavera. 

Cuando llegó la pandemia, su mamá, Martha Rubio, temía que se deprimiera. Pero Lizet se entretiene pintando libros de mandalas, colaborando en las cosas de la casa. Y todos los lunes participa en la reunión vía Zoom de la Sociedad Peruana de Síndrome Down (SPSD).

El 9 de marzo, Julio Argote y Martha Rubio dieron positivo al covid-19. De inmediato hicieron la prueba a Lizet. Fue un alivio saber que dio negativo. En prevención, la enviaron por tres semanas a la casa de unas primas mientras superaban el mal.

A los Argote les preocupaba mucho que la joven de 36 años se contagiara. De acuerdo con el Ministerio de Salud (Minsa) se trata de un grupo poblacional de alto riesgo ante el nuevo coronavirus debido a que tienen una elevada prevalencia de cardiopatía congénita e hipertensión pulmonar. 

Los Argote sabían de casos cercanos de hospitalización y mortalidad. Por eso, dice la señora Rubio, fue un alivio cuando los autogestores, junto con la SPSD, los propios chicos, iniciaron una campaña que tuvo eco en el Gobierno y el Minsa. “Se hizo realidad el sueño”, resume la señora Martha.

El martes 11, un grupo de personas con Síndrome de Down, entre ellas Lizet, recibió la primera dosis de la vacuna anticovid-19, en el complejo deportivo Niño Manuel Bonilla, de Miraflores. Supervisó la vacunación el propio presidente Francisco Sagasti. La señora Rubio recuerda que antes de inmunizar, les enseñaban la aguja, sacaban el frasquito y les explicaban todo. Fue una de las pocas veces que Lizet salió fuera del condominio donde vive.

Ximena




Ximena siempre tuvo presente el arte y el baile en su vida. Actuaba desde muy niña, lo recuerda claramente su papá, Carlos Rodríguez. Shakesperiana, actuó primero en la obra Romeo y Julieta. Y a fines del 2019 formó parte de ese maravilloso elenco de jóvenes con Síndrome de Down que actuaron en Hamlet, en el teatro La Plaza, bajo la dirección de Chela de Ferrari.

En medio de la pandemia, la joven de 21 años empezó a aprender los diálogos para ¿Quién dijo detox?, la película de Rosa María Santisteban, producida por Tondero, donde tiene el papel de la hermana de la protagonista.

La película se rodó en marzo cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad. Ximena sobrelleva la pandemia haciendo lo que más le gusta en la vida: bailar ritmos de moda. Se filma constantemente para el Tik Tok. Es su pasatiempo favorito, después de trabajar por las mañanas como practicante de la SPSD. Y la calle la ha pisado muy raramente en estos 14 meses de la pandemia.

Es una joven extrovertida. En marzo, en el Día Mundial del Síndrome de Down, Ximena dio su testimonio para las Naciones Unidas, como luchadora por el derecho a la educación inclusiva, un espacio donde nos falta mucho por avanzar como sociedad.

Lo hizo muy serena, recuerda su papá. El único día que se puso un poco nerviosa fue la semana pasada, cuando le tocó vacunarse contra el covid-19. Ahora, Ximena espera el 1 de junio, cuando le toque la segunda dosis.

Josue



Allá, en el mirador natural de toda la ciudad, el cerro San Cristóbal, Josué Risco Asto, de 20 años, ha creado su propio mundo, entre el fútbol y tecnología.

En su dormitorio, cada día, lleva talleres virtuales en la academia Retos, donde aprende a cómo comportarse en la vida diaria, en casa y la sociedad, con el fin de que logre autonomía e independencia, cuenta una de sus tres hermanas, Pamela.

Aprende desde cuánto cuesta cada producto, cómo tomar un bus, cómo se crea una cuenta de correo electrónico y a manejar las redes sociales.

También aprende a preparar algunos platillos; a exteriorizar sus emociones y hasta cómo se debe ir vestido a una entrevista de trabajo. Josué se ha convertido en un alumno modelo para la institución.

Hasta marzo del 2020, el joven trabajó como auxiliar de mesero en el Holiday Inn del aeropuerto. Por la pandemia fue uno de los que salieron primero porque al ser una persona con Síndrome de Down era muy vulnerable.

“Pero, la verdad, Josué está muy agradecido porque hasta el último día ellos fueron muy amables con él. Le dieron su liquidación”, cuenta Pamela, su hermana, quien lo llevaba todos los días a cumplir su
medio turno laboral.

Los de la cadena de hoteles han quedado muy satisfechos con su labor. Ha dejado la valla muy alta, dicen, y ni bien se restablezca la atención uno de los primeros en ser llamados será Josué.

Él es un hincha de Universitario de Deportes y de la Blanquirroja. Le gustaba el balompié y cuando cumplió los 18 empezó con los entrenamientos de la selección nacional de futsal de personas con Síndrome de Down. Su puesto es de defensa.

Llegó al mundial que se disputó en Sao Paulo, Brasil. El más difícil de los partidos, recuerda siempre, fue el “clásico del Pacífico”, el enfrentamiento con Chile. Fue un partido complicado para Josué que ese día también estrenaba chimpunes nuevos.

Ahora, Josué se prepara para el Mundial Futsal Down Lima 2022 y el Mundial Futsal Down Turquía 2024 bajo las órdenes (virtuales) del profesor Jesús. Cuando le toca práctica, la sala se convierte en su territorio. La abuelita Simona disfruta de los entrenamientos de su engreído. A veces, las tres hermanas mayores se suman para que practique la defensa, buscan desestabilizarlo, pero Josué es recio.

En casa también temieron por Josué cuando dos de sus hermanas se contagiaron del temible virus. Por eso, se alegraron cuando la semana pasada recibió la primera dosis. El 11 de mayo fue un día muy especial para los Risco: ese día, el abuelo de 98 años recibió su segunda dosis contra el covid-19, tanto el papá de Josué, de 70, como su hijo el deportista recibieron el pinchazo de su primera dosis.

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Publicado: 18/5/2021